La mamá de Blue era una de las muchas mamás orca que tenían claro que su hija iba a nacer en la maternidad para delfínidos de ‘Las Columnas de Hércules’. No sólo por la triple nacionalidad que te da el nacer en un punto equidistante entre Marruecos, Ceuta y el Peñón de Gibraltar. Sino porque el atún del Estrecho le parecía el más rico del mundo!
Después de los habituales 16 meses de embarazo, la bebé orca nació sana. Dos metros de largo y 150 kilos de peso. A la media hora de nacer ya nadaba como una auténtica campeona. Por una extraña razón, sus ojos eran del color del cielo así que su familia le puso por nombre Blue. Su piel también era algo distinta. Una barriguita totalmente negra, sin el famoso tridente blanco y redondeado que todas las orcas tienen en el abdomen.
Al año siguiente, cuando volvió de vacaciones al Estrecho, todavía estaba al cuidado de su madre y sus matronas. Un día, cuando estaban repasando el trabajo en equipo para la caza del día, la curiosa de Blue escuchó un barco y sacó uno de sus ojitos azules para echar un vistazo.
“¡Oh!”, exclamó. “Mira mamá, esa es la niña humana con la que soñé el día que nací, ¡esa es Marina!”.
Mamá orca hizo un spyhopping, miró a la niña humana con atención y sonrió al ver el dibujo que llevaba el barco en sus amuras.
“Bueno querida”, le dijo, “ahora ya sabes a quién le regalaste tu tridente y tus ojos. Como te dije, en el mar de los sueños todos los seres se unen y se comunican. Tú no me creías. Ella también soñó contigo, Blue. Le dibujó a su papá un tridente muy especial por la mañana y, sin saber por qué, debajo del dibujo le escribió: MARINABLUE”.