Esta historia no es nuestra.
Pero nada más llegar a nuestras manos, la sentimos como propia.
Fue muy fácil, tremendamente fácil y te cuento porqué:
- Uno. La historia habla de turismo.
Y en Marina Blue nos dedicamos a eso, a mostrar la belleza del entorno del Parque Natural del Estrecho a todos los que nos visitan. Al turismo.
- Dos. Y habla de enfermeras.
Y nuestra gerente Gema, es eso, enfermera y de las buenas 😉
Y la historia comienza así…
Me llamo Antonio.
Desde 1982 hasta el 1986 tuve la responsabilidad de dirigir el Hotel Pontinental en Torremolinos (Málaga), justo al lado del Sanatorio Marítimo.
En aquellas fechas ya os podéis imaginar. No había paseo marítimo y las carreteras de entrada y salida al hotel eran bastante precarias, por decir algo.
Nuestra clientela era básicamente inglesa y tanto la comida como la animación, su principal atracción, estaban diseñadas especialmente para ellos.
Dentro del equipo de animación, no solo teníamos actores, músicos y cantantes, sino que también hacíamos participar a otros empleados -fuese cual fuese su labor principal y estuviese ella relacionada o no con el entretenimiento-.
Así que ese equipo de animación se veía también integrado por los guías, la enfermera, las empleadas de la guardería y los deportistas de la playa. Más de 20 personas inglesas, holandesas y belgas (en su mayoría), que hacían las delicias de la clientela.
Y cuando una nueva enfermera llegaba para incorporarse al hotel, tenía una primera instrucción: la de presentarse al Director del Hotel una vez se hubiese acomodado en su habitación y descansado del viaje (normalmente viajaban desde Inglaterra).
En esta primera entrevista yo le informaba de su misión y del trabajo en el hotel. Además, también le comunicaba personalmente que tendría que
participar con el equipo de animación de los shows nocturnos.
Ya os podéis imaginar, automáticamente todas decían lo mismo:
“ Excuse me Sir, I am a qualified nurse and animation is not my job”
Lo que viene a decir: ‘Perdone usted señor, pero yo soy una enfermera diplomada por el prestigioso Hospital St Thomas (o cualquier otro) de Londres y la
animación no forma parte de mi trabajo’
Lógicamente el clima se enrarecía al instante y yo le contestaba:
“Pues lo siento mucho, pero si no está de acuerdo tendrá que coger el próximo vuelo a Londres, por lo que le ruego que se lo piense. Si estuviese conforme, solo tiene que contactar con Mike Walker, jefe de animación quién le indicará su cometido en los shows”.
La enfermera, después de unos segundos de hacer un repaso rápido a la vuelta que había la situación y sopesando pros y contra, decían un cauteloso ‘vale conforme, hablaré con Mike’.
Nos despedíamos cordialmente y al día siguiente empezaba su rutina diaria de consulta:
- Recibir a cualquier cliente que desease ver a la enfermera por razones médicas: fiebre, resfriado, malestar, etc.
- Ella anotaba todo lo que ocurría durante el día en un libro para tal efecto y lo debía comentar conmigo al día siguiente a las 9 de la mañana.
- Dábamos un repaso a todo lo ocurrido. Si había un numero elevado de afecciones, informábamos al departamento de cocina, o al que procediese, para analizar los menús, aumentar la higiene de ciertas zonas, cambiar productos según la problemática.
En el raro caso de algún fallecimiento, la relaciones publicas (que por supuesto también participaba en la animación nocturna), se hacia cargo de los familiares del difunto y los acompañaba hasta que partían hacia su país.
Yo por mi parte llamaba a la Dirección General a Inglaterra y al Consulado inglés en Málaga y les informaba de lo sucedido. Entonces ellos se ponían en contacto con los familiares y les facilitaban todo tipo de ayuda de pendiendo de su ámbito de actuación, billetes de avión para venir a Málaga a ver o recoger a su familiar fallecido, atención a familiares en territorio nacional, etc.
Pues bien, como os he dicho al iniciar esta historia, la animación era el fuerte del hotel.
Si teníamos una media de 1000 clientes alojados a la vez, unos 700 veían el show todos los días. Los miércoles además era el día de los niños, por lo que ellos participaban en el show (unos 250 niños) así que ese día teníamos a los casi 1000 clientes disfrutando de las habilidades artísticas de su prole.
Yo prácticamente veía todos los días el show. Y ese día, le pregunté al barman:
“Pepe, ¿quién es aquella animadora que está al final, a la izquierda?, es muy buena…”
Ah ¿esa?, es la nueva enfermera…
La verdad es que no me extrañó mucho.
El equipo de animación tenía una media de edad entre 18 y 25 años y transmitían una alegría y unas ganas de vivir tremendas que era imposible no contagiarse.
Como muchas otras noches, esa noche me pasé por el camerino después del show. Los saludaba a todos y le daba las gracias. Cuando vi a la enfermera, me dirigí a ella y le dije que sentía mucho haber sido un poco brusco el día de su llegada.
Ella me miró y me contestó:
“Le estoy muy agradecida, jamás me había divertido y disfrutado tanto. Ver la alegría de la fiesta y a la gente tan contenta es un escape estupendo después de trabajar en la enfermería y ver problemas. Muchas gracias”.
Casi 40 años después de esta anécdota y por enfermedad de mi mujer, entre el 2018 y 2019 hemos pasado más de 9 meses en distintos hospitales.
En el Clínico en Málaga, el Virgen del Rocío en Sevilla y el San Juan de Dios en Bormujos (Sevilla). Desde aquí, en nombre de mi mujer Marisol y en el mío propio, queremos dar las gracias a todos los equipos médicos de estos hospitales y a todo el personal sanitario.
Pero dedicar una mención especial a la enfermeras y a los auxiliares.
Por su cercanía, por sus 24 horas incansables de servicio , por su entrega, por su compañía, por su enseñanza a todos. Y a los cuidadores, por ser personas que a pesar de estar rodeadas día a día de graves problemas, que a veces incluso superan sus fuerzas, lo sobrellevan estoicamente.
A tod@s muchas gracias.
Y curiosamente en estos tiempos de covid e incertidumbre, también se ve reflejado su trabajo silencioso. Duro, pero efectivo y aunque en ello algunos se dejan la vida por cuidarnos, sabemos que están haciendo todo lo humanamente posible por salvarnos una vez más.
Muchas, muchas gracias.
Marisol Igartua Dolara y Antonio Castillo Pérez
Avistamientos Marina Blue, turismo seguro
Ya veis, una historia de hace 40 años que hoy está más al día que nunca. Una actividad hotelera que se encuentra casi paralizada, a esperas de poder adecuarse a la nueva situación tras una cuarentena de más de dos meses.
No me parece una idea descabellada el incluir como personal del hotel a una enfermera. No sé si es obligatorio para los hoteles más grandes (más de 100 habitaciones) pero tener una consulta adecuada para atender debidamente a cualquier cliente que tenga o sospeche padecer alguna enfermedad o relación con el virus, sería un plus.
Así tendríamos un tiempo precioso para un diagnóstico más rápido, que seguro derivaría en una prontísima recuperación.
Nosotros por seguridad, ya tenemos una enfermera en nuestra tripulación.
¡Os esperamos a bordo!