Lo excepcional de esta filmación, además de la época, es el tamaño de los atunes que están cazando. De los habituales ejemplares de 200 kilos del verano, aquí persiguen a atunes de no más de 30 kilos de peso.
En Marina Blue seguimos saliendo al mar todo el año. En esta época es cierto que la climatología nos hace ser más precavidos y que no contamos con tanta variedad de especies como en el resto del año.
Aún así, los turistas, siguen viniendo a disfrutar de nuestra tierra. Y nosotros encantados.
Y una de las preguntas que más nos hacen los amantes de los delfines y ballenas es , ¿y cuándo podemos ver a las orcas?
Y nosotros, pues ya os podéis imaginar, deseando decirles: ¡Ya están aquí!.
Hasta ahora, coloquialmente, solíamos decir que las orcas nos visitaban como si fueran ‘humanos’. Como turistas que vienen con el buen tiempo, bromeábamos. Aunque ahora quizás tengamos que cambiar y añadir que ellas también se han apuntado al “turismo en temporada baja”.
A pesar de la creencia popular, en realidad no hay una temporada de avistamientos como tal.
En el Estrecho de Gibraltar residen cetáceos todo el año.
Son conocidas las tres especies de defines (mulares, comunes y listados) y los calderones. Ellos viven aquí, ésta es su casa. Además están las ballenas semi-residentes como el cachalote o las orcas. Ellas pasan aquí largas temporadas. ¿Y de qué depende el que pasen ese tiempo con nosotros?
Pues sobre todo, a la comida.
Los cachalotes se alimentan de calamares gigantes que habitan las profundidades. El Estrecho de Gibraltar es mucho más profundo de lo que puede parecer. En sus escasos 14 kilómetros de anchura se alcanzan profundidades de hasta 1000 metros.
La ecuación en sencilla: a mayor riqueza de calamares, mayor número de ballenas y más tiempo pasarán con nosotros. La temporada pasada fue abundante en calamares, hasta 20 cachalotes pudo ver el experto naturalista José María Galán en su salida con nosotros.
Y también tenemos las ballenas migratorias como el rorcual común (la segunda ballena más grande del mundo). Ya documentamos el año pasado el avistamiento en invierno de una mamá de rorcual común con su cría. Uno de los momentos más emotivos que hemos vivido en el mar.
Y ¿qué comen las familias de orcas que visitan el Estrecho de Gibraltar?
Son piscívoras. Se alimentan tan sólo de peces, en especial de atunes.
Por eso desde tiempos remotos se han asociado orcas y almadrabas. Que vengan en estas fechas es algo que ( fantaseamos) volvería locos a los fenicios que se servían de la cueva de las orcas de Zahara para saber dónde y cuándo instalar las almadrabas.
No digamos a aquellos sabios antiguos que con tanto acierto tallaron la cueva y pintaron el símbolo de la orca para que orientase a los almadraberos en aquella época carente de tecnología.
Normalmente, se han filmado y fotografiado a las orcas cazando (o enseñando a cazar a sus crías) con ejemplares de atún de gran tamaño. Hablamos de atunes de entre 150 y 300 kg de peso.
Esto sucede en dos momentos.
El primero, cuando el atún viene a desovar al Mediterráneo desde el Atlántico. Esta es la época en la que se instalan las almadrabas porque realizan este viaje con mucha grasa corporal y apenas comen. Los fenicios fueron los que descubrieron que la única forma de capturarlos entonces, era haciéndolos entrar en una especie de laberinto sin salida, bajo el agua. Es de forma simple, lo que hoy conocemos como almadrabas.
El segundo, cuando vienen de vuelta. Esta vez desde el Mediterráneo al Atlántico. Regresan entonces con un apetito voraz lo que hace posible el poder pescarlos con anzuelo. Esto suele suceder en los meses de julio y agosto. Aunque, tratándose de vida salvaje, nunca se puede saber a ciencia cierta.
Para entender bien el comportamiento de nuestras amigas las orcas en esta parte peculiar y singular del mundo hay por tanto que saber las particularidades de ambas especies: los atunes y las orcas piscívoras.
Los atunes son más rápidos que las orcas. En mar abierto y profundo, gana el atún.
La orca por lo tanto necesita acorralar a su presa de algún modo. Necesita llevarla a alguna plataforma continental, a una estructura fija como la almadraba (ahí viene la razón ancestral de la famosa la simbiosis hombre/orca) o hacer uso de la sofisticación y una técnica de caza única en el mundo, que enseñan las mamás orcas a sus crías y que es robarle los atunes ya atrapados pescadores tradicionales en sus anzuelos.
Los pescadores que se ayudan con carretes eléctricos para levantar los atunes suelen ser más rápidos en levantar las piezas. Aquellos que siguen pescando tan sólo con la fuerza de sus brazos, pescadores marroquíes en pequeñas pateras se encomiendan a Alá y trabajan en equipo con todas sus fuerzas.
Unas veces gana el hombre, otras, la ballena. Nosotros hemos sido testigos muchas veces de ello. Y hemos podido compartir cómo se vive como algo natural que forma parte del día a día de la vida local.
Ecología y deportividad en estado puro. Una lección digna de aprender y enseñar. Así lo hacemos cada verano en pequeños y respetuosos grupos. Ahora podemos también contar historias de atunes, pescadores y orcas en invierno.
Llegados a este punto, no es raro que surja la duda de porqué no se han documentado más las orcas en invierno. Es posible que influya la claridad de las aguas (ya que los atunes se guían por la vista) y por supuesto, el cambio climático.
Quizá están cambiando su comportamiento. Quizá simplemente no había personal experto en el mar que valorase la importancia de estudiar y analizar la presencia de estos animales durante todo el año. Nosotros seguiremos trabajando, deseado seguir siendo testigos directos de muchas y buenas sorpresas como ésta.